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Archive for noviembre 2012

Manager's. Blend Scotch.

By : Débora

A este punto de la tarde/noche, 6:26 del 23 de noviembre de 2012, lo que más siento físicamente es mi dedo índice entumecido de tanto remover el whisky. Mentalmente, una vaguedad dolorosa de qué exactamente es lo que yo solía hacer los viernes a esta hora. Creo que lo mismo, pero con más personas alrededor. Sin embargo no podría asegurarlo.

Me genera un poco de escozor la imagen de estancamiento que sé proyecto. Esa rudeza de carácter que me hace querer permanecer en ciertos sentimientos, situaciones, rituales. No puedo evitarlo. Para mi todo empieza a tener un tenor de desmoronamiento apenas empieza a variar. Y es simplemente porque entre cambio y cambio consigo evaluar los eventos como los más prósperos posibles. En cierto modo.

No me miento al decirme que seguramente esta es otra etapa de esas que era muy necesaria. Un desgarramiento lento, muy lento. Conveniente para darme cuenta de que el timón estaba sin mando y quizás es hora de reacomodarlo. A dónde sea que era que yo solía ir. Sin importarme mucho la compañía pero sí mucho las experiencias.

Ya me genero mucha menos aprensión y temor que años atrás, eso sí. Si antes me consideraba alguien medianamente honesto, hoy me considero alguien que tiene poco que esconder aunque valiese la pena hacerlo. En mis relatos alternativos he logrado saciar mi sed de escritura, compañía, aventura. En mi romance pleno no solo con mi actual chica sino con mis previos fracasos, he desconectado mi vida lo suficiente del mundo real como para creerme que la construcción propia de la vida que uno quiere es algo alcanzable y posible. He tenido, en balance, una vida al menos abierta al intercambio.

Este blog sin embargo siempre ha de permanecer como una de las facetas de mi personalidad que más me irrita, o más me deprime. Probablemente porque busca ser callado pero no lo es para nada.

Intento desbocarme mucho más allá de la ortografía pero poco lo consigo. He tenido serios problemas para sentirme orgullosa de las relaciones de amistad que aún conservo, al 5% de sus capacidades si se quiere. Culpar al otro siempre es lo más insensato. Por lo tanto no niego que me duela no haber sido capaz de mantenerlas al 80% al menos. Al menos. Así son mis estándares.

Por lo tanto, no tendría que balbucear demasiado para decir que aunque a niveles prácticos mi existencia esté culminando en neutro este año, a niveles sentimentales (no desdeñables por parecer suaves) culminará en total déficit. Me repito que el problema no es que así sea, el problema es saberme demasiado copartícipe de esos resultados. Casi como haber votado por ellos.

El whisky se deshiela.

No puedo (ni deseo) negar mi suprema naturaleza femenina. Soy un salvaje que engulle detalles y en la ausencia de ellos se postra en la silla de su guarida a escribirle a nadie. La imposibilidad de sentir que alcanzo afinidad con alguien me mueve a la desesperación de querer escapar de ambiente. Si, escapar. Cobardemente. En lugar de seguir intentando cosas que obviamente quedarán en su estandar medida por el resto de la vida.

Cuando apenas hace unos ocho meses que he empezado realmente a lidiar con mi soledad, me doy cuenta de que la misma me resulta mucho más aguantable si estoy en un entorno en que no siento conexión o deuda con absolutamente nadie. Pero decir entorno se queda corto. ¿Qué es realmente el entorno? ¿Acaso si me voy a la India, no estaría en mi entorno de siempre, sólo que desde un ángulo mucho más ensanchado? Claro que sí. Pero me vendo a la distancia. Estar tan cerca de seres que quieres sin poder quererlos es más doloroso que no poder hacerlo porque hay excusas terrestres de por medio.

Sin embargo no denigro ningún tipo ni clase de soledad. Solo le hago un espacio expresivo a la mía. Generada o merecida a especie de castigo y método de nivelación del universo. Como sea es mía. Y ser mía la hace digna de vivir en mi, y en las cosas que me pertenecen o pertenecían.

Me conmueve pensar qué me hará leer esto en un año o dos, y recordar con punzante desagrado cómo me sentía aquella semana nefasta de Noviembre 2012, donde todo se desenvolvía tan mal y parecía no pasar nunca. Una semana detenida en el tiempo luego de tantas otras igualmente catastróficas, precediendo la cumbre. Una semana de cambio en definitiva, sino otra cosa.

Incompletitud. Lástima. Desidia. Sentimiento grande de pérdida entre horas y horas de rutina. Pero no por las razones comunes. Simplemente porque eso a lo que normalmente me ato parece de un día a otro desmoronarse. Esa fragilidad aunque muy bella me resulta enojosa. En contraste con mi espíritu constante para con mi visión de que ser feliz es posible, al menos.

Evito querer aprisionar el sentimiento de una caricia en mi mente, evito querer tatuarla. Evito querer atarme a fotografías. A comentarios. A susurros. A ronquidos. Evito y a medida que lo hago, me añado mucho más que otros a la dependencia. Suavemente sin embargo, como para que las distintas costras que conforman mi personalidad jamás dejen ver mi evidente vulnerabilidad. Seguramente cuando empecemos a morir nuestros testimonios serán más francos que ahora.

Seguramente es en este mes de mi vida dónde las mejores cosas produciré a consecuencia de mis leves y bajos sentimientos. Artísticamente. A nivel de resoluciones. A nivel de construcción de metas. Lamentablemente no puedo más que sentir que estoy de retirada. Y a todos a quienes extrañaré aunque no con lástima por lo perdido, quisiera decir una vez más, en un murmullo bajo y muy cercano: 

- Buenas noches, y felices carnavales.


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