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Siempre hacia el futuro.
By : Débora
Entry Title: " Taito-Ka"
Name: Andy Rudak, United Kingdom
Category: Professional, Outside
Contra todo pronóstico amaneció. Sentir y ver la luz solar es análogo a amanecer atormentado por un estruendoso réquiem. El acto más egoísta que tuve fue acostarme con ella, ese acto repetido casi diariamente durante meses y meses, sin que pareciera que los límites importaban. Lo recuerdo esta mañana porque creo que cuenta, creo que mi memoria pesa para algo en quién soy. Me reconozco en esos eventos.
Siempre prefiero tomar agua con hielo. En esta época moderna todo me sobrepasa, las comunicaciones estáticas continuas sé que me hacen parecer alguien dependiente no solo de mis relaciones, sino del entorno virtual que me otorga existencia con reconocimiento. Tengo muy pocos amigos. Me gusta fumar marihuana. Me siento bien recibiendo cariño físico, y aún mejor dándolo mientras sea bien acogido. Extraño sentir simpatía por cosas simples.
A menudo soy quien no soy. Soy alguien celoso cuando en verdad deseo y siento gusto por estar en completo estado de relajación y desapego sin que eso signifique que me vuelvo insensible a los estímulos externos, o a las expresiones de amor. Aunque (retomando) parezco y soy algo dependiente de las comunicaciones y por lo tanto de la retroalimentación (que no es más que la alimentación pasada), me siento verdaderamente dejada atrás por todo este fenómeno, me siento como alguien que busca mantenerse al ritmo de la herramienta, como alguien que busca encajar todo el tiempo.
A pesar de todos mis esfuerzos que confío pasan por naturalidades, el único feedback que no recibo es el que más ardientemente deseo. Y no es un evento nuevo para mi. Me impresiona que la psicología sea un oficio, sin disminuirlo en lo absoluto. O bueno, más bien me impresiona que la terapia psicológica lo sea. Me impresiona que estemos tan cómodos con la idea global de que no somos capaces de aceptarnos, reconocernos, reconocer a los demás, aceptarlos, abrazar el ciclo de nuestras realidades, integrarnos, querernos o despreciarnos justamente, aceptar que nuestras percepciones de esa justicia son totalmente ficticios, aceptar que un ser humano estudiado nos puede ayudar a hacer esto de una mejor manera, a través del abrazo a la infancia dura o suave, a través de la sexualidad, a través del ego.
Ha pasado todo este tiempo y creo que ya no me levanto ansiando ese amanecer que Thoreau le adjudica a una humanidad sencilla. Sencillez. Tengo deudas sentimentales, monetarias, laborales, morales. Tengo demasiados objetos acumulados en mi cuarto, que me hacen sentir prestada hacia ellos, y un poco inútil o más bien floja al no darles uso. Pretendo contabilizarlos. Pienso a veces que contarlos y clasificarlos, pesarlos, describirlos, exprime de ellos todo el posible uso que tienen. Hacer inventario fuera de lo comercial, creo que es una actividad altamente subestimada.
Hay una telaraña que me atormenta. Sé que mis palabras forman apenas un hilo fino de los millones que la componen. Sé que son sólo sus vibraciones las que me llegan con nitidez. Todo lo demás me lo pierdo o se pierde de mi. Toda esa vibración que está alertando al punto a esa gran Araña, esos avisos que nos ponen al borde de la muerte, los desconozco y me asusta el poco acceso que tengo a la telaraña a la que pertenezco. Quisiera morir sabiendo con quién o por quién muero, sin ansiedades divinas a los por qués.
Sin importar lo mucho que intente, mi pensamiento de las larvas no se despega de mi visión de las larvas, o la imagen arraigada que tengo de ellas. La larva saliendo de la papa o la guayaba, la larva que sale de la tierra húmeda cuando llueve, o cuando el suelo vibra. La larva que el monje no aniquila por un sentido de posible familiaridad. ¿Por qué no puedo separarlo?
"Afuera el viento pasa."
Sacudir, agitar la cabeza.
By : Débora
Hoy mi modo de sentir no es lo esperado. Todos parecen saberlo. Cada pelusa de residuo de piel y basura sospecha. Susurran entre ellos y ellas. Los gatos que se quejan durante la madrugada. Los perros que ladran hasta rasgarse las gargantas antes del choque en la vía principal, agregando una coincidencia a los oídos.
En la piscina espumosa de mi cabeza, navegan todos los veleros. Cada persona relacionada conmigo lleva su propio mástil, e incluso su propio aire. Unos van apacibles. Otros lejos, exploran islas raras de mi mente. Están los que vertiginosamente montan las olas de mis agites. Y en fin, cada quien por su lado, saludándose de vez en cuando. Casi nunca saludándome.
Cuando me pega la canción más suave, se me hunde lentamente en lo sólido del pecho. No me la puedo sacar. Lucho por arrancar lo que sea que me genera, y por contener el llanto. Apareces tú, como siempre de un tiempo para acá, para hundirla mucho más. Para navegarme con tu barquito de papel que no se moja.
Con tus palabras dagas.
Tus insinuaciones pesadas.
La inseguridad de un futuro que me va comiendo desde ya. El ciclo que se repite y que voy empezando a odiar desde ya mismo. De aquí en adelante todos los días se convierten en uno solo, divido en etapas raras.
Con el paso de los días, otras cosas empiezan a hundirse. A veces simplemente no puedo distinguir entre éxtasis o agonía. Entre belleza total o absoluto horror. Entre lo que extraño y lo que no quiero de vuelta, nunca más, muy a lo Poe.
Te digo que te amo a diario, y no reaccionas. O no haces lo que espero. Simplemente prestar atención.
Me inyecto libertad, y tu crees que es equilibrio, o felicidad natural con la que me bendijo mi creación afortunada. Mis logros alcanzados luego de tanto vivir y experimentar. Yo sé que es mentira.
En un costado se me anida el deseo en horas inesperadas. Me quema hasta la nuca, donde seres raros viven, asustados de la perspectiva del próximo contacto. Desecho tal ardor mordiendo un limón, o lo desechas dándome algo bien amargo. O chocolate o café.
En tus tibios labios me recojo a pensar en el real vacío de lo que hago. Me da miedo y no puedo negarlo. Me das miedo. Te temo, por tu prisa y tu lentitud. Tu ida y tu vuelta. Lo que mueves, lo despojas a tu antojo. Tus desequilibrios y lo que has logrado equilibrar. Tu modo de quererme, desearme, odiarme, extrañarme, mentirme.
Hoy me pego a mis malos sentimientos. A mi no cordura que me hace dudar de todo. A la soledad que odio sentir si no estás conmigo, acá mismo, acá en la vena. Me pego a la confusión y la dualidad de mi ser. A la multiplicidad de los sentimientos, a la libertad de nuevo, maldita.
Empieza ligera una nueva etapa. Déjame lo que traigas reservado ya mismo. No te guardes el rencor, ni la pureza. Dame algo de comer, así sean las carroñas de lo que te mata.
Si no lo haces no tiene gran importancia, al menos hoy. Sacudo mi cabeza caliente muy fuerte y todos, incluyéndote, naufragan. Felicidad fugaz. Pasado un tiempo se recuperarán, y no recordarán lo vivido en el último naufragio.
Y quedará de nuevo intacto, tu estúpido barco de papel que no se moja.