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Archive for 2010

No pretendo, ser una ilusión.

By : Débora


Vapor tibio se condensa a la orden de un sagaz pensamiento.
Materializa gradualmente una intención perversa
que se acumula en las yemas de dedos vírgenes de engaño.
¿Qué nos queda amor, si hasta las borras se ensucian?

Investigación olfativa de una atmósfera fría.
Feroz ansiedad de precipitación lenta.
La crisis que se disfraza y se teme.
El juego perenne de ir y volver.
Y el vicio risueño que sirve de fondo a la escena.

Siempre entre las columnas se investigan
los cazadores que se sienten cazados
los incrédulos dolientes de su propio desconfiar.
Cómo barajan sus mentiras entre la honestidad aburrida.

Juegos de miradas concluyen
ante la mínima vulnerabilidad hallada en su oponente.
Distancia de tonalidad cercana
apoyada en un acecho riguroso.

Dependencia liberal vuelta una pasta con que me descubres
y me mezclas para untarme en todo tu cuerpo con una idea.
Un jarabe muy denso que al salir de tu boca
me sobreoxigena y al fin dije nosotros.

Droga verbal que pide perdón antes de recorrer
su espiral de daño, placer, daño. Placer.

Regocijante razón que la visión nocturna empaña.
Nuestros anhelos crudos bailando tan solos y constantes.
Los credos que falsamente rezamos para castigar tanta sólida virtud.

Libre de culpas.

By : Débora
Yo soy una persona incompleta.
Podría decirse que mi incompletitud es tal, que a veces cuesta enfrentarme sin juzgarme de un modo inmediato.
Incluso sin querer literalmente hacerme daño. Físico o psicológico, dependiendo de la inteligencia del individuo.

Esta noche quiero dejarme algo bien claro.

No me importa más lo mucho que me juzgues.

Porque, con lo incompleto de mis sentimientos, de mi modo de ver la vida, de mi manera de querer a las personas, de mis misiones, de mis tragedias, de cada aspecto que me incumbe a nivel mental y senti-mental, con toda esa agrupación de cosas vacías y al parecer, increíblemente insuficientes, me es sencillo ver algo, elemental.

Tú.
No eres.
Nada.
Mejor que yo.
Y te dejas.
Llevar.
Porque no aprendes.

Sonrío.

Ellos me llaman de un modo.

By : Débora



En barcos de Asia voy
a la felicidad falsamente ganada.

Siempre esperaré, egoísta
navegar un bote francés
destinado a otra arrogante felicidad.
Celada y disminuida.

Lo esperaré aunque nunca regrese yo de Asia.
Aunque otros navíos me tomen luego y esto se vuelva plástico.
Aunque me alimente de soledad, y ustedes me crean.

Influencias Gastronómicas.

By : Débora


Con el propósito de permanecer un poco oculta, saco la proyección de tranquilidad de la caja de herramientas. Ser perturbada la menor cantidad de tiempo posible. Crear espacios para la contemplación y el cultivo de ansiedades refinadas, actividad que se vuelve vital y generadora de sed.

El manejo de las emociones. Sentirme inferior o elevada dependiendo de lo circundante en el día, de los soñados sueños, leídos libros, tomadas manos, usurpados (vejados) cuerpos. La facilidad con que las cosas son capaces de tender a la sensación de la carne. El deseo vuelto canibalismo.

Enfoque. La carencia de él reviste las plazas que transito, y queda untado con un limpio acabado. Trago otra pastilla para el dolor, más sedantes con más nombres. Cigarrillos, poemas, canciones, trampas para acallar dolores ociosos.

En un terreno árido y caliente busco después de mucho andar tu rostro y tu temperatura corporal contenida en un espejismo que me sirva de placebo mental.

El consuelo que me produce poseerte en mi cabeza lava y se lleva mi más profundo afán de exterminarte en cada parte de los vínculos que nos atan. Aunque te conceda el turno esta vez, lo que me ocurre hoy eventualmente me pasa con cualquier ser al que consiga desear de modo excedido y un poco dañino. Sea todo en pro de mantener los juegos lo suficientemente interesantes como para seguirlos jugando hasta que nuevos juegos los reemplazan.

Siempre uno se detiene y continúa, stop, continúa, un descanso más. Mejor dicho, uno se construye una discreción con pausas poco pronunciadas que a nivel macro se vuelven inexistentes. Entonces en verdad el microscopio es uno mismo, así como el único testigo de la intermitencia. La continuidad se vive como una ilusión que sólo logra entender el que la aparenta.

La direccionalidad mental es algo curiosamente manejable. Al punto que trato de arrimarme a una nueva línea, el estómago se reacomoda para el recibimiento de las nuevas emociones a digerir. Ser atenta a los detalles. A medida que se hace pronunciado el avance, un calor de escalofrío aceita agresivo el área que se extiende entre la nuca y la espalda plena. Un dolor de cabeza placentero que llega a los codos y encoleriza las reacciones más simples. El orgasmo doloroso y continuo, la unión de gestos perversos que pasan por inocentes mientras la construcción de un nuevo vínculo vicioso y libre se arma para la batalla. Deseos censurados.

Déjame llevarte a casa, por favor. Una vez más.

Sin justicia suficiente.

By : Débora


Mujer solar inclinada hacia la lluvia, ruge y duele en su tanto dar, tan poco recibir. Oigo sus pasos rastreros transitar el camino que ella misma crea a diario de la habitación a la calle. El polvo acumulado en su calzado haciendo alusión a las historias asimismo hacinadas bajo sus uñas.

Una vez tras otra subleva sobre la conciencia de quien la rodea, la intriga del dolor recíproco. Los labios látigos de su alma sola (no solitaria) se mueven sin sonar, buscando acariciar el fin último del reclamo incomprensible. El miedo que le camina por la espalda se come con descaro sus amaneceres borrosos. Nadie está ahí para olerla o llenarla de saliva. No hay ofrecimientos de naciones libres que sosieguen la faena que le sostiene el vientre contra la gravedad y lo grave. O para ser bien francos si los hay, pero generan ramas que se van del punto.

Hablar de mi o de ella viene a ser el principio de un espiral infinito de disertaciones planas, donde el meollo jamás se roza y el silencio gobierna con su sal la sed de nuestras limitaciones. Entonces respecto de eso, no hay prisa por el ataque. Tal confrontación podría fácilmente quedar pospuesta hasta otra vida, de haberla. Es una dinámica paciente como un rumiante.

Cuando llega el momento teatral de dormir, un circo silvestre arropa con sus sonidos los sueños eventuales de su plenitud femenina. Cada grillo insolente le recita al oído sus máximas sin que ella las perciba en otro sitio que no sea en su piel, donde las ondas de sonido se estrellan y estrellan y se estrellan.

Las pulgas y los tigres participantes también del circo, aprenden sus mejores maromas de peligro y muerte observando su estar inquieto, que se tambalea entre querencias que desconoce y apegos que no desea cultivar, o que cultiva sin querer. Calladamente la veo rugir. Su propia belleza, aunque desconocida para ella misma, le duele hasta en el modo de reír, momento este muy terapéutico sin embargo. Polar y vasta, empieza sus ciclos de amor cada día con una nueva resolución a lo Naciones Unidas. Los agota a la fuerza por miedo a la costumbre quizás, pero sus miedos no me los conozco.

Me obligo a ella como a un combate no sé por qué. Podría decir que por amor, pero esa excusa está un tanto gastada y a decir verdad es un poco simplista. No. Es más como las guerras: la gente muriendo y tanta sangre, los países y sus intereses políticos, los diplomáticos dando declaraciones, los periodistas arriesgando sus vidas por la noticia, los cuerpos de paz ayudándose a ellos mismos porque ya a los del Congo qué remedio les queda, el polvo en los rostros de los soldados, la imagen clara de un juego de mesa con muñequitos sobre territorios conquistados, los libros de historia con fotografías de emperadores o dictadores, poblaciones diezmadas y banderas sucias.

Todo ese compendio tan bello de sucesos que parece un juego armado resultante en un milagro para la observación y el estudio: eso es esta mujer. Un lujo mental que parece no ser más que gelatina, pero que guarda el secreto del pudín en algún lado de sus suaves manos prohibidas. Doy fe de nuevos logros y ella también pero como es el deber ser, yo los registro y ella los olvida.

Balín.

By : Débora


No es necesario decir
declarar
ostentar
hacer inventario
limpiar
ni hábilmente manejar
las armas en la guerra.
En ninguna guerra.

Ganarlas, así sea con versos
es munición suficiente.

Son misiles que atraviesan mentes.

Incluso a posteriori.

Activos pasivos.

By : Débora




Me pregunto cuál será la última cosa que he de decirte.
Si será mi último ruego o mi última demanda.
Si alguna vez caerá el latón que te recubre y te abrirás. No conmigo. Sólo me pregunto si pasará.
Si alguna vez amarás sin restricción.
Si alguna vez no justificarás con fugacidad tu miedo a morir.
Si esta lluvia tan fuerte que cae esta noche, tan tinta, es para hacerme llegar estas respuestas, o para calmarme porque nunca llegarán.
Si lo que me mantiene en vilo es precisamente esta duda constante que en mi creces.
Si ahora mismo nuestras ansiedades son iguales o son opuestas.

Noto mi exceso de exposición ante tu mirada juiciosa y me irrita mi falta de agudeza. Golpea mi cabeza lo mucho que me achacas mi supuesta protección. Da igual estar expuesto es estar más protegido. Da igual lo que digas.

Esta barrera nació de nuevo y ahora soy yo quien la quiere acá sin discusión. Es una barrera que me separa de ti pero no me oculta.

Verás que te confundes. Sentirás giros raros y mi ego comiéndose todo rastro de tu querer que encuentre por ahí. Una máquina de absorber amor que se aprovechará de tu descuido.

Porque que no sepas amar o en su defecto amarme no me incumbe. Es como decidir qué cereal desayunar, con qué yogurt, cuál cucharilla, a qué hora. Cuántas veces masticar. Tragar lento o aparatosamente. Mirar la tele o escuchar música mientras eso haces. Saborear el proceso con algo de malicia incluso, hasta que no hay más que triturar ni más salud que absorber. Es lo mismo.

Un negocio en el que los designios harán que quede en bancarrota temporal como es lo usual. A lo largo de los años eventualmente recuperaré un poco lo invertido, porque mis bienes (recuerdos más que todo) son activos generadores de amor en cada uno de tus poros. Esto es algo que ya sé.

En ese sentido resultaste buena inversión, no se te puede negar.

Tocando campanas.

By : Débora



Están los olores y el sudor que los magnifica.
Los sonidos, el deseo que los complica.
Texturas fundidas por el pensamiento.
Visiones elevadas por la obsesión.
La memoria que las personas pisan.
El romance contaminado de sonidos.
El amor pervertido de texturas.
Pasiones confusas entre visiones.
La memoria que también cierra el ciclo del odio.

Estás tú y mi locura que te garantiza un espacio suave
entre cada choque.

Entre cada apertura.
No temas mi partida.
Yo temeré (anticiparé) con algo de placer la tuya.

Ejercicio de enfoque.

By : Débora


Una comparsa que ambienta el latir de mis órganos.

Mientras el corazón palpita, el resto del cuerpo lo hace a su mismo ritmo un poco luego. La taquicardia entonces no es algo reducido exclusivamente al área del pecho. Las historias, cada una, son un latido. Se repiten y viven con desesperante recurrencia, haciendo palpitar toda célula floja y gravitante de la pesada humanidad que aprecio gratamente como mía. Fijación.

El cometer errores sin darle importancia justa al acto. Reducir a otros a no existir como consecuencia de las ansias de más libertad. Cada latido retumbando tormentosamente. Otra, otra, otra, otra, otra, otra, otra, otra. Otra vez. Difícil destejer reflexiones.

O más bien, difícil desenmarañar los primitivos pensamientos acumulados en la gran bola de estambre multicolor, y volverlos una manta tejida de reflexiones tornasol. Qué párrafo más sonso. Todas las venas en mi cuerpo oxidándome rítmicamente, oxigenándome, sirviendo de cables conductores de toda emoción alterante, o de canales que filtran a mi psique alcohol barato con poderes generadores de pensamientos vulgares y pretensiosos.

Me muevo muy lento buscando sentir todo ese líquido rojo fluyendo por ahí (el vino, la sangre). Quiero escuchar el sonido de su velocidad y el tropezar de las cosas que en él navegan, así que en el silencio más inmóvil me concentro infinitamente. Logro poco más que una soberana jaqueca y una obsesión inmediata al trance por alimentarme únicamente de mandarinas.

Visualizando, juego a ver mis sentimientos flotando en trozos, mientras viajan con mi sangre veloz por todo sitio de mi cuerpo escogido para ser bendecido con la dicha de la irrigación. Los riñones perciben en forma de cálculos las molestias; pequeñas acumulaciones microscópicas de cosas que pueden llegar a ser insignificantes o parecer inexistentes, pero que duele terriblemente expulsar. Bravo.

Decido dormir cobijada bajo la idea de un día siguiente más creativo. Dando vueltas entre los brazos inciertos de miedos que aparento, empiezan a dejarse ver los verdaderos. La inseguridad de una cama que fácilmente flota en la nada aguda de la habitación carnívora, me irrita. Me voy olvidando de ti y tus pactos. Sobretodo de las recomendaciones. Sobretodo de la contradicción que colocas sobre todo. Tu afectividad falazmente libre.

En mis sueños arranco trozos de tu carne con caricias, y busco cosas en playas tardías que lucen infértiles y desquiciadas; muy calmadas para ser reales. Contenedoras de inseguridades aburridas, todas esas playas. Las nadas. Les canto. Las bebemos. Nos miran con reproche. Despierto y noto que olvidé completamente.
En mis mejillas el rubor criminal me evidencia. Quedo a solas con hallazgos familiares penosos y pretensiones de una existencia que sea apropiado poseer.

A esas nubes, aquellas sobre la masa de gente que toma el tren cada día, les quiero y les temo. Deseo rendirles culto y depositarles mis vivencias. Ser ellas y olvidarme de la sangre, los órganos y tanta hermosura. Flotar buscando condensarme, sin preocupación posible a causa de la inconsistencia de lo que me compone. Ser respirada y convertida. Venerarlas como mi fin último.

Ahora mismo todo parece navegar viento en popa a través y hacia la verdadera etapa cumbre del amor desintegrador.

Confesionario.

By : Débora



Te toco y tu piel deshilachada toma vida al paso que se me enreda voraz entre los dedos.

Forma una tela flexible que me hala contra ti y se va aliando al resto de mi cuerpo.

Trato de despegarme.

Al lograr rescatar mi rostro una pierna es derrotada, y así la espalda cuando mi pecho recién se escabulle.

Poco a poco el entramado me cubre y empieza a dirigir mis pensamientos también, como si una fina telaraña se hubiera tejido de tus emociones y me hubiera apresado inocente, víctima de mi falta de convicción y mi perniciosa facilidad de amar o así pretenderlo.

Desilusión química

By : Débora


En tus dientes
me dejo amar y doler.
No importa
siempre hay venganza.
Lo prohibido se exprime
deja colar tus intentos.

Uno tras otro los noto
les sonrío maliciosamente.

Asómbrame, es una orden.
El orgasmo diplomático se atrasa
Más y más
Hasta no vivir en tu seno.

¿Quieres carne revolucionada?
Yo tengo.

Licuada en tus intenciones
puedes beberla feliz
y pueden todos.

Me vuelvo hacia acá.
La espuma pasada del café
reclama sorberse.

La canción perra
que sólo me retrae
trama algo contra mi.

De nuevo te presiento
esta vez, con miedo.

Adiós lunas.
Adiós.

Amarillo sólido,
queridas prudencias.

Anónima, no anónima.

By : Débora


En mi momento cercano a la cúspide, te escribo. No eres contactable. Hago como si no me importara, pero lo hace y mucho. Odio tener que ocultarme esta tarde/noche. Cada sorbo de vino es dulce y fuerte para saborear mejor tu ausencia. La infidelidad de lo que siento es baja, sin argumento.

Desde ya te recuerdo lejana. Apática a lo que ocurre, fingiendo que todo está bien. Mis rarezas son perennes, entiéndelo. No creo que haya necesidad de explicar algo, pero insistes. Vale, si insistes es porque quizás en verdad no entiendes. ¿O no entiendo?

Tus mensajes llegan claros. Esta prosa atroz no es capaz de recrearlos. Probablemente lo que ocurre es que los veo claramente como no son.

En el sitio en el que me encuentro recuerdo mis primeras interacciones reales contigo. Lo borroso de un entonces ahora es nítido entre neblina y sal. Entre humo, amores que no volverán y cosas que sin remedio ya olvidé.

La noche me acosa de nuevo amor mío. No sé decirte ahora lo mucho que me importas porque me limitan las posibilidades y las ganas. Lo mucho que me dolerá dejarte en un momento. Las repeticiones parecen acompañarme esta vez. Malestar que sentiré de no encontrar retorno a tus besos púrpura o al acolchado de tu voz cuando quieres más.

"Odio verte partir". Lo odio, y eso no cambia. No importa si es el destino de Abril ser intenso, si las horas contigo son finitas, si recuerdas o no lo que acordamos o si lo que alguna vez me diste fueron sólo canciones.

Te juro que no anhelo un compromiso y que el "te amo" lo puedo ver muy protocolar. Sin importar que ocurra, sé donde mi corazón yace, y pesa en mi conciencia el medio mundo que no estoy lejana. Tú crees que si lo estoy. Tú crees que si. Tú crees.

Sin importar quienes y cuántos pasen por tus Jueves, son míos, aunque a veces estén profanados por la indiferencia u otras presencias. Lo inexacto de tu andar y lo que nunca podré atar, llévatelo. Nunca lo demuestres porque me asfixia en un modo tristemente humano.

Te pedí un lunar y aunque no sea mío aún, lo reclamo. A tu lado sufro tu fugacidad y para aplacarla me retiro antes. Te dejo mis papeles.

Sin decir algo, espero que el dejar tus labios amantes sea algo simple. Tu deshinibición respecto de lo que tontamente me importa, no sé si odiarla o envidiarla.

El anhelo de un momento más, lo clausuro con un último punto, y una penúltima bocanada de deseo. Hasta cierta fecha, no dejaré de ansiar tu cercanía. Luego de eso, volteo todo.

Será como si nunca hubieras existido.

Dolor y belleza.
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Sacudir, agitar la cabeza.

By : Débora


Escucho canciones suaves, atípicamente.

Hoy mi modo de sentir no es lo esperado. Todos parecen saberlo. Cada pelusa de residuo de piel y basura sospecha. Susurran entre ellos y ellas. Los gatos que se quejan durante la madrugada. Los perros que ladran hasta rasgarse las gargantas antes del choque en la vía principal, agregando una coincidencia a los oídos.

En la piscina espumosa de mi cabeza, navegan todos los veleros. Cada persona relacionada conmigo lleva su propio mástil, e incluso su propio aire. Unos van apacibles. Otros lejos, exploran islas raras de mi mente. Están los que vertiginosamente montan las olas de mis agites. Y en fin, cada quien por su lado, saludándose de vez en cuando. Casi nunca saludándome.

Cuando me pega la canción más suave, se me hunde lentamente en lo sólido del pecho. No me la puedo sacar. Lucho por arrancar lo que sea que me genera, y por contener el llanto. Apareces tú, como siempre de un tiempo para acá, para hundirla mucho más. Para navegarme con tu barquito de papel que no se moja.

Con tus palabras dagas.

Tus insinuaciones pesadas.

La inseguridad de un futuro que me va comiendo desde ya. El ciclo que se repite y que voy empezando a odiar desde ya mismo. De aquí en adelante todos los días se convierten en uno solo, divido en etapas raras.

Con el paso de los días, otras cosas empiezan a hundirse. A veces simplemente no puedo distinguir entre éxtasis o agonía. Entre belleza total o absoluto horror. Entre lo que extraño y lo que no quiero de vuelta, nunca más, muy a lo Poe.

Te digo que te amo a diario, y no reaccionas. O no haces lo que espero. Simplemente prestar atención.

Me inyecto libertad, y tu crees que es equilibrio, o felicidad natural con la que me bendijo mi creación afortunada. Mis logros alcanzados luego de tanto vivir y experimentar. Yo sé que es mentira.

En un costado se me anida el deseo en horas inesperadas. Me quema hasta la nuca, donde seres raros viven, asustados de la perspectiva del próximo contacto. Desecho tal ardor mordiendo un limón, o lo desechas dándome algo bien amargo. O chocolate o café.

En tus tibios labios me recojo a pensar en el real vacío de lo que hago. Me da miedo y no puedo negarlo. Me das miedo. Te temo, por tu prisa y tu lentitud. Tu ida y tu vuelta. Lo que mueves, lo despojas a tu antojo. Tus desequilibrios y lo que has logrado equilibrar. Tu modo de quererme, desearme, odiarme, extrañarme, mentirme.

Hoy me pego a mis malos sentimientos. A mi no cordura que me hace dudar de todo. A la soledad que odio sentir si no estás conmigo, acá mismo, acá en la vena. Me pego a la confusión y la dualidad de mi ser. A la multiplicidad de los sentimientos, a la libertad de nuevo, maldita.

Empieza ligera una nueva etapa. Déjame lo que traigas reservado ya mismo. No te guardes el rencor, ni la pureza. Dame algo de comer, así sean las carroñas de lo que te mata.

Si no lo haces no tiene gran importancia, al menos hoy. Sacudo mi cabeza caliente muy fuerte y todos, incluyéndote, naufragan. Felicidad fugaz. Pasado un tiempo se recuperarán, y no recordarán lo vivido en el último naufragio.

Y quedará de nuevo intacto, tu estúpido barco de papel que no se moja.

Después del trance

By : Débora
A través de una pantalla me miran.
De un lado llueve, del otro no sé.
Leídos son mis labios móviles
Se preguntan
¿A dónde van a morir los pájaros?

Con el sopor de la sequía
se alenta el proceso seductor.
La pantalla se humedece con su aliento
con su instrumento invisible
se presiona la barrera del sonido.

No pueden evitar escuchar.
Lo que penetra supera la satisfacción.
Penetra la espera, que evapora la escasa llovizna.
El equilibrio térmico llega
redondeando sus intensiones planas.

En la frescura deseada por días
todos desean bañarse. Sonreír. Liberarse.
Los perros y los pájaros también.
Y las hormigas que se aterran en la tierra.

La humedad sana las ojeras felices.
Los besos llenos de ella, se secan con el deseo.
El éxtasis confuso de la tarde
con sonidos de sapos artificiales
recorre su joven pretensión.

Como un cuento híbrido sensacional
lo pasado obra sobre voluntades tontas.
Una vez más se afincan
me preguntan susurrando
¿A dónde van a morir los pájaros?

Azúcar de algodón

By : Débora
Dormir.

Que el señor con sida
se inmole en el metro.
Eso quiero.
Que tu y yo nos besemos frente a ellos.
Que sus bocas abiertas
se desencajen.

Burlarme.

Tocarte, rayarte.

Que mis amigos mejores
sean siempre así.
Que se queden.
Quédense.

Los romances casuales
un poema, un horóscopo
leerlos es plácido.
Quédense.

Comunícate.

Vuelve,
cámbiate de vagón.
Borra lo que hicimos,
edítalo.
Cierra los ojos,
que el sida no toque tus mucosas.
Usa pantalones
usa falda.
Cambiemos de ropa,
dibújame distinta.
Quédate.

Hagamos un trato.
Tratemos de violarlo brutalmente.
Que una de sus cláusulas
te vuelva algodón.

Yo hago el azúcar de ti.

Y no dormir.

Lo deseado

By : Débora
Destellos de frío verdoso
melodioso junto a la brisa
falsa,
tras el ulular perdido
iban
de tu voz que no fue tuya esa noche.

La pesadilla madrugadora
nació en tus besos pastosos.
Tu mente rara.
El andar de las larvas.

El incendio del silencio obvio
se turbó bajo la ducha falleciente.

Y la mañana infrenable.

Y la visceralidad humana.

La tragedia se cristalizó
confusa entre el juego, social.

La canción climática
en la llamada que atendí.

Error numero uno.
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Febrero, hola.

By : Débora
Al inicio

En ese al que el Sol le chupó el amarillo
y debiera ser verde,
hice un hoyo redondo
y poseí el trozo de tierra que miraba.

En el azul falso de su fondo
nadaban pájaros cansados.

Con sus vuelos sosegados
unidos por cuerdas a mi pecho
mi corazón se dejaba ahorcar
regocijado.

Hacia la mitad

Te tomé de la mano, tímida.

Te ofrecí y bebiste miel fresca y adhesiva.
En ese hueco quita-y-pon
fuí de tus deseos
tantas veces como peces tuve a los trece.

Dejé que coquetearas con el polvo,
las luciérnagas diurnas que nunca se ven.
La ilusión de tu mejilla llena
que con levedad quemó los colores.

Al fin


Sin más, el día convergió
con horas raras narrando tu andar.
Un hueco se abrió en el cielo
se torció hasta morir
y de placer
me torció hasta enceguecerme.

Me inyecto un impulso,
tuerzo el cuello con renuencia.
Siento un poco.
Apago Todo.

Moda de pasado

By : Débora
Borré la verdad con unas dos mentiras, aunque fuera un número par de lo que sea. Recuerdo un momento bizarro en el que el frío no tan intenso me hacía esforzarme y recordar lo que era importante. Para aclarar la bruma, respiración honda. Fumarse el aire. Tomarse la molestia.

Cuando nací en ese momento, fué justo como nacer en los momentos anteriores. Como las calles pequeñas iluminadas con faroles, llamándome. Con la brisa y todo. Atrayendo mi estructura a ser de ellas. De las callejuelas a lo europeo, en la noche nocturna.

La conciencia extrema de lo que removía las palabras llenó de miedo el espacio inocupable. La repentina caída en cuenta de aquellas cosas viejas, de los astros empedrados en experiencias raras de inocencias tocadas, me pusieron de pie.

Se prendió una alarma.

Escucharla con claridad me serenó.

Empecé a volar por la corniza, y la quietud llegó poco a poco. El supuesto huracán que iba a generarse se somatizó en ojos de vidrio, gracias al verde. Las palabras acerca del amor siendo una inyección de heroína o peor, la evidencia de las flores que debían ser pisadas, el niño raro que temía a nada porque eso disfrutaba. Todo apuntaba al término de un buen viaje, hasta que las arcadas llegaron.

"Mucho tiempo sin volar", pensé.

Y la menta no fue refrescante. Las canciones no aliviaron la sensación de espanto producida por las varias cosas que se habían perdido sin notificar. Las que estaban por perderse clamaban ser sólo cosas. El acto de buscar aprisionarlas siempre las espanta, así que adiós.

Con suavidad, el calor retornó. El plateau quedó como nuevo, para otra puesta en escena del famoso día. Con alivio, le amé. Con restricciones, le dejé a solas. Con vulgaridad de tendencia famélica, llegó el descanso al exterior desde los volcanes marinos.

Todo tibio, bañado por la esperada aparición, quedó flotante. Se llenó de ella, y luego de cualquier mierda.
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De frambuesa

By : Débora
Voy a escribirte algo justo ahora
porque hay poca luz
y mi humor es gracioso.

Porque te pareces a mil conocidos,
conocidas
y a ninguno.

Porque pensar que lo mereces
es más cómodo.

Sueño contigo y te beso.
En la vida real
hago lo al revés
y te pido me vueles los sesos.

Te juro que soy distinta
que alguien como yo
para ti
no hay.

Y jugamos
a que me juras lo opuesto.

Entonces me pregunto,
¿de qué son tus labios?
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Cero

By : Débora
Detesto verte partir siempre con distintos rostros. Siempre con tu actitud desinteresada que te protege y tu calma cuando algo me emociona.

Odio mi propia impulsividad. Verte tan lejos y aún así anhelar sosegadamente tu compañía. Querer sentir lo recíproco y no tenerlo. Quererlo siempre, con egoísmo y malicia. Con fuerza suficiente como para calentar mis manos. Con miedo.

Amo cuando llegas, aunque tu mente no esté donde tus palabras de recibimiento. Detallar tu sonrisa fugaz del encuentro primero, que se acopla violentamente con el clima fresco. Que ignores casi por completo como te miro, pero que muestres con gestos breves e involuntarios que lo sabes.

Me encanta tu inquietud, consecuencia de algo que quieres o de cosas que no sabes si quieres, o simplemente de tu humor de ese día. Me encanta como te queda el azul.

Es desagradable que estés tan ausente, aún en distintos cuerpos.

Es entretenido, jugar contigo.
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